miércoles, 2 de octubre de 2013

Imágenes sobre la resistencia de la mente y el corazón


Imágenes sobre la resistencia de la mente y el corazón
Foto: Juan Noy
Por Laura Cabrera. Los proyectores también sienten es el primer corto de Néstor Saracho, referente del barrio Villa Corina, en Avellaneda. Historias sobre sentimientos, realidades locales y cómo despojarse y completar una obra a partir de la resignificación de las ideas.


Quiero agradecer a los 25 locos que tomaron esta escuela, sin ellos Los proyectores también sienten no existiría. También es un homenaje a los compañeros de la Asamblea No a la entrega de la costa”, dice Néstor Saracho, creador del cortometraje que reivindica a los luchadores y a la resistencia. Estudia cine en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda (Idac) y es referente en su barrio, Villa Corina. Por sobre todas las cosas prioriza los procesos creativos originados en lo colectivo, espíritu con el que se realizó su primer corto.
Con la idea de generar en el espectador una búsqueda interior y la necesidad de hacer algo por lo que lo rodea, Saracho comenzó con este trabajo que incluyó cámaras y computadoras prestadas para filmar y editar pequeños fragmentos que se encadenaron y dieron lugar a esta historia en la que un proyector ubicado en un cine recuperado de Wilde comienza a experimentar diferentes emociones.
Olvidándose de la idea de la obra terminada como exclusividad del autor, lo primero que hizo fue subirlo a YouTube, en donde tuvo más de 900 visitas en menos de un mes. “Es buenísimo pensar en que muchos vieron el corto desde una computadora, a lo mejor en grupos”, expresó el creador de este film.
Sentado en un aula del Idac, Saracho dialogó con Marcha sobre esta experiencia y sus fuentes de inspiración.  

-¿Cómo surge la idea de este primer cortometraje?
-Fue un juego. Siempre pido prestada una cámara y una computadora para los diferentes proyectos que realizo. De ellos voy sacando fotos o armando clips, haciendo una búsqueda narrativa. Por otro lado me gusta mucho Cris Marker, que tiene toda una cuestión del arte como reflejo de los sentimientos del ser humano.
Con esas dos patas surge la idea de hacer un corto. En principio hablaba de diferentes cuestiones que fui guionando, apoyándome en  las herramientas técnicas que aprendí en la escuela de cine y de la práctica con compañeros. Tuvo una primera versión que no incluía el bloque de los “mil besos por día por primera vez” pero cuando la terminé no tenía unidad entre capítulos. El momento cúlmine se produce con las preguntas por qué los besos, por qué los sentimientos, por qué dejar morir un stencil y quiénes son los que hoy están luchando y dejándose llevar por los sentimientos cuando todo el mundo te pregunta por qué hoy plantearse una lucha acá, en Avellaneda. Está también el ejemplo de la Asamblea de la costa que gracias a cortes de autopistas, volanteadas y caminatas sumado a una herramienta jurídica logró detener el desmonte de la corporación más grande de Argentina. Surgió de esa manera y terminó siendo un homenaje a la lucha de mis compañeros.

-Podría decirse que el proceso creativo se inició a partir de imágenes sueltas a las que le dio un sentido narrativo…
-Claro. Hay un corto basado en la introducción del libro Llamamiento y otros fogonazos. Es un manifiesto francés cuyo primer capítulo está narrado con imágenes que aparentemente no tendrían ningún sentido, pero terminan resignificadas y teniendo unidad gracias al diálogo, al sonido.

-Consideró importante el sonido y las palabras para darle sentido al corto…
-Sí. Cuando empezás a estudiar te dicen que le des bola al sonido recién en el segundo o tercer año. Para mí no tiene que ser así porque en una película de este estilo miramos y escuchamos. Es un cincuenta y cincuenta. Entonces, lo que a mí me interesaba era que técnicamente la imagen como el sonido estén bien.
A eso hay que sumarle que a un tema sobre el que hay tres mil millones de cosas dichas tenemos que buscarle qué tenemos de nuevo para aportar. Surge así Los proyectores también sienten, de esa búsqueda por decir algo más, en este caso sobre la lucha.

-Relacionado a esta lucha, la primera placa en verse dice “Ningún estudiante de cine fue maltratado a causa de la filmación de esta película”
-Hay una cuestión concreta que es la de filmar para aprobar materias. Está sucediendo eso. También hay compañeros que se ven envueltos en rodajes para curtirse, como no disfrutando el momento del rodaje, y ese tiene que ser el momento más lindo. Entonces se dan muchos maltratos hacia esos estudiantes y entre compañeros. Si bien a este corto lo laburé solo, la idea era reflejar las diferentes miradas. Uno no hace películas para uno mismo, uno hace la película para que otro dentro de su día a día se sienta de una buena manera con eso, dentro de esta sociedad de insatisfacción general y consumismo, el punto es cómo hago yo para brindarle a otro un momento de placer.

-En medio de esta idea de “despertar” al público para que se permita sentir, usted atribuye esos mismos sentimientos a un proyector. ¿Por qué el traspaso máquina-hombre y hombre-máquina?
-En realidad es un guiño. Hay un ejercicio de montaje de Lev Kuleshov según el cual el montaje cobra sentido mediante el ordenamiento de las tomas en el tiempo. Según esto, si repetimos una misma toma en donde se ve un personaje o un objeto sin expresiones y la intercalamos con tomas de diferentes situaciones en la que se repite puede verse la adquisición de una nueva expresión. En este caso, si bien se trata de la misma toma del proyector, de acuerdo a lo que hay en las que siguen el proyector o quien mira va a cambiar a través de cómo le pega a cada uno lo que vio antes de ver al proyector. Ese es el juego.

-Y en ese traspaso, ¿qué temas consideró fundamentales?
-La violencia y la guerra, la opresión de este mundo. Hoy estas cuestiones no tienen que ver solo con lo grupal, sino que parten desde uno mismo. Esa es la victoria que está teniendo el sistema sobre nosotros, que nos está censurando en nuestras iniciativas o ganas de expresarnos en público, en preguntar al otro cómo se siente, cómo se llama. Esto refleja cómo el sistema logró entrar en nuestras mentes y en nuestros corazones
Estas cosas se eliminan en lo colectivo. Los compañeros de la Asamblea de la costa, por ejemplo, se organizaron y vivieron ese momento de victoria (reflejado en el corto): el de traer a los abogados de la multinacional, a organismos de la provincia y de la municipalidad al desmonte.

-En esa misma idea usted llama la atención del espectador para que no se convierta en una máquina y propone “salir a resucitar stencils”, ¿qué mensaje encierra esta idea?
-Concretamente salir a hacer algo. Es un stencil, es una bandera, es una asamblea barrial, un movimiento social. Hacer algo, un audiovisual para que yo diga “hice una película y se va a traducir a tres idiomas” o algo que realmente deje un mensaje y además sirva para convivir con la modernidad y la insatisfacción.
Todo esto está pensado desde la ruptura, la represión de los sentimientos y desde la descomposición del lazo social. Ese es el triunfo del sistema sobre nosotros. Pasa en un hospital en donde llega un chabón que quiere que lo atiendan ya, y están los familiares de un herido de bala o de navaja al que están atendiendo y quieren saber qué pasa. La cuestión es querer solucionar el tema ya, pero en ese camino no hay organización. Es el individualismo llevado a la realidad, al día a día. Por un lado también es una cuestión de que si todos estuviéramos proclives a juntarnos y a relacionarnos no ocurrirían tal vez las micro-opresiones que vivimos. Para luchar primero tenés que juntarte con otros, para juntarte con otros tenés que estar predispuesto y para estar predispuesto, entre la mayor cantidad de gente posible tenés que generar esta cuestión de que el otro puede ser un aliado y no un enemigo. Hoy está esta cuestión que no es estatal o de un policía o gatillo fácil o un burócrata en un escritorio, pasa por cada uno. Para eso es que hice esta película, para que tratemos de no dejarnos vencer en la mente y en el corazón.

-Esa idea de no dejarnos vencer también rescata a la infancia, reflejada en el stencil “ningún pibe nace para chorro”. ¿Qué lugar ocupa para usted la infancia en el arte?
-Creo que a medida que nos volvemos adultos vamos perdiendo esa inocencia, coraje y ocurrencias que tenemos cuando somos niños. Todos nos maravillamos con las cosas que salen de los chicos más cercanos a nosotros, de esas frases que decís, ¿cómo se le pudo ocurrir eso? Los chicos son mil por ciento poetas. Y todos fuimos chicos, ¿cómo nos fuimos olvidando de eso? Tenemos que volver a ser niños. Por otra parte ese stencil resuelve el documental. Podés verlo como una filmación del director o podés entenderlo desde otra línea en donde se comprende que al finalizar la película cada uno debe ponerse en una posición, la de salir a resucitar stencils o la de convertirse en máquina. 


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