jueves, 27 de junio de 2013

Páginas militantes.-





En el marco de un nuevo aniversario de la Masacre de Avellaneda, miembros del Frente Popular Darío Santillán y del Movimiento 26 de Junio compartieron con NAN los orígenes de Viven en Nuestra Lucha, una publicación que surgió a raíz del asesinato de tres militantes adolescentes en una barriada de Rosario, Santa Fe, pero que superará los límites de esa lucha: difundir y denunciar el narcotráfico como la principal problemática de los barrios vulnerables.

Texto y fotografía por Laura Cabrera

Buenos Aires, junio 27 (Agencia NAN – 2013).- La estación “Darío y Maxi” se preparaba para la vigilia que daría lugar a la conmemoración de un nuevo aniversario de la masacre de Avellaneda. Entrada la tarde, ya cuando el sol se escondía, la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas comenzaba su discurso en el anfiteatro del Centro Cultural que lleva los nombres de los dos jóvenes militantes asesinados el 26 de junio de 2002 a pasos de allí. Sobre la avenida, cientos de jóvenes compartían mates y música. En la entrada a la estación, que era lo más transitado, la Red Nacional de Medios Alternativos transmitía en vivo lo que estaba sucediendo, mientras algunos militantes plasmaban stencils en los azulejos y otros se concentraban en los stands en donde abundaban revistas y libros sobre la lucha social. Viven en nuestra lucha comparte esa categoría desde principios de mes, cuando nació a fuerza de pulmón de los integrantes del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y el Colectivo SurAlterno, de Buenos Aires.

Chicho y Lita son el hermano y la madre del Mono, uno de los tres jóvenes integrantes del Movimiento 26 de Junio (del FPDS de Rosario), asesinados el 1 de enero de 2012 en manos de un grupo narco que los acusaba de ser “soldaditos” de “El Negro” Ezequiel Villalba, cuando se encontraban festejando en una canchita que solía ser lugar de reunión entre amigos. “Decían que ellos estaban en el lugar equivocado, pero los equivocados fueron los que los vinieron a matar. Ese era su lugar. Ahí ellos se juntaban a charlar antes de pasar por el local, ahí jugaban a la pelota, se reían. Eran chicos que no molestaban a nadie, todo el barrio los quería. Incluso hoy el barrio sigue de duelo porque sufrió mucho la pérdida”, recuerda Lita al hablar de Patom, Jere y su hijo. Sus muertes generaron no solo la movilización de Villa Moreno, el barrio en donde vivieron y fueron asesinados, sino también la necesidad de buscar un espacio desde el que informar sobre la realidad que viven las barriadas en Rosario, de cómo el narcotráfico y la corrupción política y policial está matando a los pibes, cómo se los criminaliza por ser humildes y cómo viven en realidad desde el espacio de la militancia.

Tal fue el puntapié que dio origen a Viven en nuestra lucha: la necesidad crear identidad en las barriadas rosarinas. En las páginas de su primer número anduvieron las historias de los tres jóvenes asesinados dando vueltas por la estación bonaerense que ese día homenajeaba a Kosteki y a Santillán. Lita y Chicho, dos de los varios hacedores de la publicación, contaron en diálogo con Agencia NAN la gestación del proyecto, que incluyó viajes a la ciudad para conocer historias de vida y realizar talleres de escritura para que sean los propios familiares y compañeros de militancia quienes junto a un grupo de periodistas puedan construir y dar a luz a la revista, que además cuenta con recursos como el de una historieta en la que se cuenta en imágenes aquél primero de año, en donde comenzó a nombrarse el triple crimen del Barrio Moreno.

--Este primer número tiene mucho de la historia de los chicos asesinados, ¿podría decirse que se trata de un homenaje a su militancia?
Lita: --Sí. El tema central ahora es seguir luchando para que todos sepan cómo eran ellos. Eran pibes que no tenían maldad, estaban luchando por lo mismo que hoy nosotros: por tener una vida digna, para organizar a los pibes del barrio, motivo por el que trabajaron mucho junto a otros compañeros que con esfuerzo levantaron el local que tenemos en el barrio. Nosotros empezamos con todo esto cuando los medios decían que ellos tres eran “soldaditos” de los narcos, que eran barrabravas; sin embargo la realidad no era esa que se contaba.
Chicho: --También la idea surge de los compañeros de la revista Sudestada, quienes un día nos dijeron que estaría bueno hacer una revista que vaya más allá del crimen de Mono, Jere y Patom. La propuesta era que todo esto refleje la dedicación que ellos le ponían a la militancia y al trabajo social en nuestro barrio que como otros tantos sufre de una problemática estructural por culpa de narcos que matan a los pibes o los agarran para vender droga. Frente a esto sentimos necesario mostrar el entramado de la policía y el poder político que en todo el país juega con la vida de los desamparados.

--Si bien todo esto está contado por informes periodísticos, también hay escritos de familiares y amigos, ¿qué lugar ocupan?
Chicho: --Cumplen un rol importante. Si bien la revista tiene un informe de Carlos del Frade sobre narcotráfico, toda la revista está basada en los pibes del barrio. Tenemos una historieta en donde se cuenta un capítulo de lo que pasó con los chicos y otra parte que resulta muy emotiva, que es la que está basada en escritos de los amigos de Jere, Patom y el Mono, cosas que en su momento se escribieron en Facebook y que se sacaron de ahí para llevarlos a la revista, para hacerlas conocer. Esto va más allá de tres nombres y una historia de vida, estamos hablando de un problema que vivimos todos como sociedad.

--En líneas generales es el narcotráfico y lo que sucede con los jóvenes lo que denuncian…
Chicho: --Sí. La problemática es muy fuerte y la verdad es que sin la ayuda de políticos y de la policía, que son quienes deberían terminar con todo esto, la cosa se hace muy difícil como para darle punto final. El tema está en que a ellos todavía les sirve juntar esa plata; y para los narcos resulta mejor quedarse en sus casas de fiesta y mandar a los pibes a que se banquen los tiros.

--Más allá de esta realidad, la revista sirve para demostrar a los jóvenes en esa situación que hay otra posibilidad. ¿Cómo la difunden?
Lita:--Utilizamos la revista en el movimiento y en los espacios de formación popular en donde se puede dar lugar al debate para ver qué se puede mejorar, cómo se la puede trabajar entre compañeros, compartiendo y contagiando esta alegría que se genera a pesar de que los pibes no estén físicamente.
Chicho: --La verdad que venimos haciendo un laburo que está bueno, en donde podemos enfocar la problemática de la droga y la realidad de que es posible buscar una identidad sin necesidad de empuñar un arma o ser “soldadito”. Hablamos a la juventud con el mensaje de que una identidad se busca en un trabajo, en un movimiento social, en el barrio, en la familia, con los vecinos. Esa es la verdadera identidad. Además se rescata el contenido y la forma de pensar de quienes escribieron. Los que leen se quedan pensando y con ganas de cambiar las cosas. La realidad es que todos podemos ser padres, hermanos o tíos de algún pibe en esa situación, y es feo que te lo maten. A nosotros nos mataron a tres.

--En lo personal y como familiares, ¿qué encierra el nombre de la revista?
Lita: --Llevamos una bandera con ellos al frente. Los compañeros y familiares sentimos que realmente ellos están con nosotros en cada movilización, en cada grito, cuando aplaudimos y tocamos el bombo. Ellos son nuestros referentes. Nos levantamos cada día pensando en ellos.
Chicho: --Es cierto que el título es muy literal porque realmente viven en nuestra lucha. Pero están ahí porque siempre recordamos alguna anécdota de ellos, alguna risa. Para mí el título es algo fabuloso porque no sólo están en las marchas cada primero de mes. Están en cada espacio de formación, en cada asamblea del movimiento. Siempre están presentes los nombres de ellos tres, como el de Darío y Maxi a quienes también siempre tenemos presentes. Esta es la primera vez que vengo a Avellaneda y se siente una emoción muy grande por todo lo que generaron en los barrios.

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