martes, 7 de junio de 2011

Manu Castro: “En la música soy completamente libre”.-


Aún no abandona la adolescencia, y asegura sin vacilar que nadará en el mar de la música por el resto de su vida, sobre todo, porque la necesita como herramienta de cambio social: “La música ayuda y crea; desde cualquier punto de vista es interesante. Es increíble”, define, en una charla con Agencia NAN.


Por Laura Cabrera
Fotografía de Iara Lag


Buenos Aires, junio 03 (Agencia NAN-2011).- Manuel Castro se crió en una familia de artistas y en un ambiente en donde la felicidad se encontraba en la simpleza de las cosas. Así comenzó su pasión por la música y su preferencia por el canto como único medio para decir todo aquello que nunca se hubiese animado a través del habla. Durante la búsqueda de espacios en donde poder aprender y expresarse, Manu asistió a uno de los talleres de Fundación Música Esperanza, una organización creada por el pianista Miguel Ángel Estrella cuyo objetivo es aplicar la disciplina artística en los sectores más vulnerados como un medio de socialización. Aunque lejos de ser la estructura que buscaba, Manu encontró en ese espacio la posibilidad de liberarse y compartir la música en forma grupal, siempre pensándola no como un medio que en el futuro le traería fortunas sino como una herramienta para el cambio social.

Hoy, con 19 años, el joven artista guillonense estudia canto en la Escuela de Música Popular de Avellaneda –EMPA- en busca herramientas que le permitan mejorar como artista. Busca perfeccionarse, con el sueño de algún día poder ser él quien funde una organización como Música Esperanza. Mientras tanto, canta historias que ve reflejadas en la sociedad, las “bajoneras”, aquellas que en cada rincón piden a gritos un cambio. Prostitución, trabajo infantil y violencia machista en todos sus aspectos, son temas recurrentes en el repertorio de este cantante que piensa su arte como un medio para generar un cambio positivo en la sociedad.

--Empezaste con la música siendo muy chico. ¿Cómo fue ese primer encuentro?
--En realidad la música me vino a buscar. Mi vieja cantaba. Mi viejo hacía música, pero después comenzó a dedicarse a la pintura. Yo veía en ellos el disfrute del arte en general y, particularmente, me llamó la atención ese costado musical que todavía tienen los dos. Por aquél entonces, todo era un pasatiempo. Cantar era un hobby. Yo estaba muy metido en el deporte, hacía gimnasia artística y me iba bien, me gustaba.

--¿Qué fue lo que hizo que te zambullas de lleno?
--Había arrancado el quinto año de gimnasia y los profesores me plantearon que ya era momento de competir a nivel nacional. Ahí me di cuenta de que no era lo mío, no me gusta la competencia. Me abrí de eso, me compré un charango, colgué y dije “se van todos a cagar”.

--¿Y qué diferencias encontraste en ese nuevo mundo?
--En realidad le busqué el parecido. Cuando hacía gimnasia me iba muy bien en lo que se llama “suelo”, es una disciplina en la que se hacen figuras. Me iba bien porque era prolijo. Y era prolijo porque lo agarraba por el lado de los sentimientos. Lo mismo me pasó con la música. Además, descubrí que en la música no encuentro situaciones incómodas, tampoco prejuicios. Soy completamente libre. En la gimnasia me iba bien si mejoraba en la competencia con el resto, en la música no. Descubrí que era algo que llevaba conmigo. A pesar de que cuando empecé lo único que tenía era mínimas ideas sobre los sonidos, me sentí siempre muy cómodo.

--Con esos conocimientos mínimos fue que llegaste al Taller de Música Esperanza…
--Sí. Me acuerdo que un día cayó mi vieja con el dato de que los jueves de 14 a 16 en la Cámara de Comercio de Luis Guillón funcionaba uno de los talleres de la Fundación. Yo estudiaba a la mañana así que tenía toda la tarde libre. Un día me mandé para aprender a cantar. Lo bueno fue que lejos de ser algo que me deje una estructura, el taller era una puerta para ver la música desde la libertad de poder crear. No había competencia, ahí la experiencia era la de compartir un tema con otros chicos, tocar en grupo.

--¿Y en qué te cambió haber conocido esa libertad?
--La verdad es que yo entré para aprender música desde las normas, pero me encontré con otra cosa. Ahora que sí estoy aprendiendo lenguaje musical me doy cuenta de que el arte en realidad es algo muy ligado con los sentimientos. Y yo, de alguna manera, necesito estar siempre ligado con lo artístico: si no hago música me siento a dibujar, bailo, escribo. Cuando pienso en donde hubiese terminado de no haber elegido la música, me imagino estudiando letras.

--¿Qué te dejó el taller?
-Y…de grande uno ve otras cuestiones, piensa en la vida y en los prejuicios que tiene el resto. La idea de que estas son cosas que no dejan plata, que la música no te deja nada, que no es un laburo. Son cuestiones que siempre las viví desde afuera porque me criaron de otra manera. Tanto en mi casa como en el taller me abrieron el bocho para eso. Yo ahora pretendo vivir y ser feliz con cosas que no tienen nada que ver con lo material. La comodidad para mi no es tener un súper living. Es estar contento en donde estoy. El taller me marcó ese camino, el de encontrar la felicidad en pequeñas cosas y liberarme de los prejuicios.

--Ahí empezaste a cantar, pero también compusiste letras…
--Sí, empecé después de comprarme el charango. Había aprendido a tocar un poco, lo agarraba, hacía un par de acordes y una vez que tenía la melodía le agregaba una letra. El primero se llamó La vida de un globo o algo así. Era un globo que estaba inflado, todos lo festejaban. Un día un chico se lo lleva, juega todo el tiempo. Al otro día no le dio mucha bola y al tercero ya estaba todo desinflado y tirado. Murió en la casa de un desconocido. Era algo muy bajonero, pero casi siempre hago temas así. Si suena en tono mayor, el tema viene re positivo pero en el estribillo es seguro que te corto las piernas.

--¿A qué se debe esta tendencia?
--Es raro. Se contradice con mi forma de ser. Yo soy una persona feliz. A veces pienso que escribo así porque lo que está bien ya está, pero hay cosas que hay que modificar, sobre las que tenemos que hablar. No sé hasta dónde puede llegar un tema mío, pero por lo menos tengo la posibilidad de destacar en qué lugares hay que hacer hincapié. Lo bueno es que los músicos podemos decir cosas que de otra manera a lo mejor no serían escuchadas. Bajo esa idea yo escribo sobre los chicos que laburan en el tren, sobre la prostitución, la violencia machista. De todas formas, como hago espectáculos como solista siempre hay que matizar. Entonces trato de no dejar de lado la parte positiva, las carcajadas, los gritos. Llevar sonrisas a los rostros a través de la música también está bueno.

--El Manu que se animó con el canto, creció y comenzó a explorar por el mundo de diversos instrumentos musicales. Nunca te quedaste con alguno, los fuiste dejando…
--Creo que se debe a que a mí siempre me gustó cantar. Como necesitaba agregar algún instrumento, empecé a probar. Agarré la guitarra. No fui a aprender, pero me bajé acordes de Internet. Ahora sé algo de digitación gracias al charango. A ése si lo agarré con ganas y estudié durante un año. Llegué a tocar bastante lindo. Después colgué con las clases porque lo mío siempre fue cantar. Luego empecé a tocar con otro pibe (en el dúo Maleducados); aprendí algo de bajo pero también lo dejé. Ahora empecé a tocar el piano pero seguramente en algún momento lo cambiaré por otra cosa. Se ve que lo mío tiene que ser el canto, aunque me siento bastante cómodo con la guitarra.

--Sos solista. ¿Cómo te llevas con la relación entre voz e instrumentos?
--Ahora toco la guitarra, llevo invitados para tocar conmigo pero también me permito jugar con la voz, dejar de tocar por algunos segundos y solo cantar, me permito no tener un ritmo definido dentro de un mismo tema. De todas formas, siempre preferí la voz como instrumento principal. Eso se debe a que para mi la música tiene que ver con una necesidad que tengo de hacer algo ya, aunque sea un mínimo cambio en la sociedad. Ahí me empieza a jugar la contradicción porque estoy estudiando y a lo mejor eso me quita tiempo para hacer otras cosas que serían útiles. Entonces pienso si el estudio me serviría para cambiar algo o si en realidad estoy perdiendo el tiempo. Ahí pienso en que es lo que tengo que hacer para concretar otros proyectos como el de una fundación, eso sería buenísimo. Siempre tuve eso de pensar en qué puede ser útil todo esto.

--¿Definís de alguna manera lo que hacés?
--No tengo manera de definirme. Vengo de Música Esperanza, un espacio en donde compartimos bastante del repertorio folklórico argentino, de una crianza en la que por influencia de mis viejos escuché a músicos como Fito (Páez) o (Luis Alberto) Spinetta y de una tendencia a escuchar lo diferente. No me quedo con lo básico porque todos los temas tienen lo suyo. Y agarro un poco de todo, a tal punto que dentro de un tema toco varios estilos.

--¿Cómo definirías la música de acuerdo al lugar que ocupa en tu vida?
--Todos hablan de la música como “el arte de combinar sonidos”. Para mí va más allá de eso. Yo no sé qué lugar ocupa en mi vida, pero me preocupo por cómo hacer para que termine de ocupar toda. Simplemente la música es vida. Hoy llegué y me sorprendí: el piano estaba arriba de una mesa, miro en una esquina y estaba el bajo, miro para otro lado y estaba el atril. Arriba de la mesa había libros de música. Y miré si faltaba algo más. ¿Cuánto más tengo que ocupar para terminar de sentirla del todo? Ahí está el costado social. Hay que sentirla completamente de todas formas y en cualquier momento. Me tira mucho sacarle provecho para ayudar, dar un mensaje y hacer algo en cuanto a lo social. Me encuentro diciendo que con la política no me llevo, pero está en todo. La política se hace desde muchos sentidos, igual que la música, que está para relajarse o para ponerse peor. Ayuda y crea; desde cualquier punto de vista es interesante. Es increíble. Desde lo más simple hasta el flaco que pone cuarenta y tres acordes en un tema. Entonces no lo pienso más, por más que tarde más tiempo en llegar a mi objetivo de hacer algo en la sociedad lo tengo que hacer por ahí, utilizarla como un medio para cumplir esa meta es lo que me va a permitir decir que puedo vivir de la música.

Publicado en Agencia NAN: http://agencianan.blogspot.com/2011/06/manu-castro-en-la-musica-soy_03.html

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