lunes, 20 de diciembre de 2010

Discos: “Espíritu salvaje” (Onda Vaga, 2010).-


Mezclando sonidos rústicos y acordes naturales, el último álbum de la banda bonaerense en poco más de cincuenta minutos invita a pasar por todos los estados anímicos pero siempre en clave festiva.


Por Laura Cabrera

Buenos Aires, diciembre 13 (Agencia NAN-2010).- La segunda placa de Onda Vaga --quizá la última banda independiente en cobrar cierta masividad--, da a entender con simpleza por qué se llama Espíritu salvaje y al mismo tiempo invita a viajar a un sinfín de posibilidades e interpretaciones, dado que los ritmos y los instrumentos están delineados perfectamente: sonidos rústicos, de acordes naturales y elementos básicos. Desde lo más ruidoso hasta lo más relajante, todo invita a volver a las raíces y dejar aunque sea por un momento de lado los excesos de artificio. Esta vez los vagos Nacho Rodríguez, Marcelo Blanco, Macos Orellana, Tomás Gaggero y Germán Cohen, sorprenden con temas nuevos y otros que ya habían sonado en la presentación de Fuerte y caliente (2008). El flamante álbum es un disco caleidoscópico, puesto que, dependiendo el lugar desde el que se lo interprete, ofrece definiciones salidas de una misma plataforma: la naturaleza.

El disco mezcla las raíces folklóricas, como bases de chacarera un tanto batidas con algo de bolero y hasta un atrevido charleston acelerado al grito de “este es mi mundo”, en el tema “Continente de perlas”. Alegre, como Fuerte y c aliente, en Espíritu salvaje no se privilegian los instrumentos sofisticados ni las voces prolijas, sino los básicos, como el cajón peruano y la guitarra criolla, con variaciones en rasgueo y punteados --que casi sin que uno lo note pueden adaptarse a cualquier estilo-- y coros desalineados que no pretenden ser perfectos sino simplemente soltar voces al aire.

Pero no menos llamativo resulta el contenido en cuanto a tiempos y letras, dado que la particularidad de los 19 cortes se basa en la insistente alusión a elementos naturales como el agua, el fuego y la tierra, además de la predominante velocidad de melodías que sin lugar a dudas obligan a bailar. O al menos a intentarlo.

Además del júbilo ya patentado de Onda Vaga, la tónica de la placa puede resumirse en una frase: una apuesta a la vida como una burla a la muerte y a la mufa. Y de esa manera finaliza el disco, con temas como “Sentido de la vida”, en donde los vagos entonan “Qué sentido la vida/qué sentida mi vida/con calor todo es mucho mejor”; seguida de “La muerte canta”, una canción que representa algo así como un atropello a la temida parca y a la mala onda. Allí se escucha: “En mi sueño la muerte canta/sabe que no puedo resistir/mi deseo de felicidad”. Aunque resulte llamativo, estos dos temas con letras alentadoras son los más lentos, junto con “La pipa de la paz”, tan pausada como su “ejército de los fumadores”.

También hay reversiones. El ya conocido “Así”, esta vez se presenta con tiempos más marcados a través de la percusión y equilibrados coros que hacen que el tema se inicie con un aire sesentoso, pase por un forzado remix generado por la mezcla instrumental y que culmine con aires de candombe.

En poco más de cincuenta minutos, la vagancia pasa por todos los estados anímicos pero siempre en clave festiva y sorprendiendo por la diferencia de estilos en comparación a su opera prima. Es que, Espíritu salvaje presenta un importante agregado instrumental y esa energía adicional del salvaje y vagabundo, de aquél hijo del sol y del fuego que se predica en “Marineros”, ese que de sentirse tan libre grita a los cuatro vientos y expresa lo que siente sin preocuparse por el qué dirán. Sin lugar a dudas, es una invitación casi obligada al coreo y el baile al ritmo de Onda Vaga.

Enlace: http://agencianan.blogspot.com/2010/12/discos-espiritu-salvaje-onda-vaga-2010.html

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