jueves, 24 de junio de 2010

Argentina ganó, y los lomenses alentaron en cada rincón





Juntadas masivas en las calles y en los bares, sigilo absoluto y tensión. Estas fueron las características reinantes durante la primera y tan esperada actuación de Argentina frente a Nigeria. La felicidad del triunfo se vivió en Lomas de Zamora durante dos horas en las que la ciudad completa esperó para cantar el gol.


Por Laura Cabrera 

Pregúntele a quien tenga al lado qué hizo el sábado entre las once y la una del mediodía. Seguramente las respuestas irán desde el generalizado “vi el partido de la selección” hasta el exagerado “sufrí, pero festejé el triunfo”. La mañana se paralizó en todos los rincones: el bullicio normal de la ciudad se reemplazó por relatos en los televisores y en las radios, y los gritos al unísono de la población tras el gol del triunfo. Evidentemente un mes cada cuatro años, esas personas que deambulan anónimas por las calles comparten espacios, charlas y sobre todo, el sentimiento y la pasión “por la camiseta”.
La ciudad de Lomas de Zamora no fue menos. El tiempo no acompañó demasiado, o a lo mejor la naturaleza decidió teñir de gris el cielo para encontrar el celeste y blanco sobre las calles de la peatonal, desde donde minutos antes del partido se podía observar a la gente corriendo para todos lados, mientras desde una disquería sonaba el emotivo tema del Mundial ’90 “Un’estate Italiana”, que emocionó a cuanta persona pasó por esa esquina.
Las vidrieras de las casas de artículos electrónicos fueron bastante concurridas durante el primer tiempo. Mucha gente se encontró en la calle cuando los jugadores salieron a la cancha. Es el caso de Roxana, una estudiante terciaria que disponía de cinco minutos antes de entrar a un parcial. “No me queda otra que verlo acá, de todos modos esto es muy emocionante, es inexplicable lo que cada uno siente con este tipo de acontecimientos. Yo lo vivo con mucha felicidad”, expresó la mujer mientras observaba de reojo el plasma del local.
A los pocos minutos de iniciado el partido, se escuchó el grito de gol que parecía uno solo, pero en realidad eran las voces de miles. A pesar de eso, la tensión se hacía notar, sobre todo en el silencio de la calle. “Por acá vi gente hasta que salieron los jugadores, después no sé dónde se metieron todos”, comentó entre risas Luis, un vendedor ambulante de gorros, banderas y cornetas.
En los bares el ambiente también era festivo: desde los más coquetos como el “Café París” de Las Lomitas, en donde la mayoría se deleitó con café o té, hasta la pizzería “El Rey”, sobre Laprida, en donde la pizza y la cerveza eran las más elegidas; todos tuvieron algo en común: nervios, arranques de locura, enojo y risas. En el café el colorido no era muy llamativo, aunque Mabel y Olga (amigas que desde hace 30 años concurren al lugar) se “lookearon” para la ocasión con camisetas y boinas a la moda, pero con los colores adecuados.
La verdadera fiesta se vivió en la pizzería “El Rey”. Allí los mozos vestían la camiseta de la selección, sus rostros estaban pintados de celeste y blanco, y algunos también llevaban accesorios como gorros o banderas. Los concurrentes estaban distendidos, a la espera de lo que pudiera pasar. Padres e hijos, hombres solitarios y la clásica cábala: aquella tricotomía “pizza-cerveza-amigos” que de aquí en más se cumplirá a rajatabla, todos expectantes.
No conocer al de al lado no era importante, las mesas estaban prácticamente pegadas, y el clima era más el de un living que el de un comercio. “Es un día atípico y la relación con los clientes es otra. Estamos todos iguales, emocionados”, comentó Pelayo, un mozo de la pizzería.
El grito de gol y el triunfo esperado
Desde la calle fue sorprendente apreciar el momento del gol: habían pasado seis minutos en los que todo dejó de funcionar. No se escuchaba música, la gente no hablaba, los autos prácticamente no existían y, si uno prestaba un poco de atención, además de los relatos sólo se escuchaban las gotas de lluvia caer sobre las lonas.
De golpe sucedió la magia. Comenzó a escucharse desde lejos y cada vez más fuerte el grito de gloria, el grito único de “gol”. La misma figura se volvió a repetir al final del partido, acompañada por rostros de felicidad, aplausos y algún que otro lagrimón por la primera actuación del equipo.
Finalizado el encuentro, lo único que continuó su ritmo normal fue el lluvioso cielo gris que no opacó la felicidad. La ciudad se movilizó nuevamente, como si algún control invisible hubiese apretado “play” para continuar con la rutina, pero lo cierto es que desde el sábado 12 de julio, la gloria celeste y blanca dejó de estar en el cielo: se posó en el suelo y se llamó Argentina.

Publicado en el Diario La Unión

http://www.launion.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=1865%3Aargentina-gano-y-los-lomenses-alentaron-en-cada-rincon&catid=56%3Ainformacion-general&Itemid=139&lang=es

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