domingo, 20 de septiembre de 2009

“Siempre tuve claro que hay que escuchar al corazón”


Entrevista a Diego Romanía

Por Laura Cabrera


Diego Romanía es un joven guillonense de 21 años. A pesar de su corta edad, su espíritu y su instinto lo llevaron por el camino de la sensibilidad, aquel que está relacionado con la creación, la dedicación y, por sobre todas las cosas, el saber escuchar. Hoy se define como un artesano seguidor de sus impulsos y en camino a ser un profesional; término que en cierto punto la aterra porque asegura que los luthiers a veces portan “cierta tendencia a no querer difundir su sabiduría”. Diego no duda un segundo al dejar traslucir que su sueño es crear una escuela pública de luthería en Buenos Aires ya que, hasta el momento, el único espacio que enseña este oficio a nivel estatal es la Universidad de Tucumán.
Desde los primeros años de la escuela secundaria resaltó en él la pasión por la filosofía, tal es así que a los 18 comenzó a estudiar la carrera en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pero paralelamente a esa pasión, Diego siempre fue un enamorado de la música y qué mejor para él que poder crear instrumentos. Entre la reflexión y el entendimiento de la materia sensible, desde la explicación de la vida humana y el funcionamiento de las sociedades parte su explicación sobre la vida de los instrumentos, como si ellos fuesen en realidad el alma de quien los toca. De cómo un árbol muere y es madera, a cómo resucita y es instrumento; de eso habla este joven artista.
Fiel a sus ideas y convicciones, Diego alterna sus pasiones entre la música y la filosofía (aunque dejó el estudio de ésta última para dedicarse de lleno a la creación), y se prepara para viajar el próximo año a Tucumán, en donde se perfeccionará en la única escuela pública de Luthería de América Latina. Esto es parte de un sueño que tiene como objetivo el enriquecimiento profesional y algo más ambicioso: la fundación de una escuela propia. A pesar de ser muchos los obstáculos, él no se asusta y se anima a soñar con ese espacio.


-¿Cómo fue el camino que lo llevó a decidirse por la luthería?

- Fue algo que se me cruzó desde muy chico. Siempre tuve la idea de construir, de crear, eso me gusta mucho, pero nunca encontré algo que me apasione tanto como la confección de instrumentos. Por otra parte, no imaginaba que con la madera podía llegar a hacer alguna cosa de la que salga sonido y con la cual se pueda interpretar música.
Fue un camino, no surgió de un día para el otro. Yo cursaba filosofía y al mismo tiempo estudiaba lutheria, y notaba que lo que me llenaba era construir. La filosofía también me gusta. Vi que ambas cosas tenían un sentido similar, una relación. Ver que una madera se transforma en un instrumento es darle otro sentido a la materia. Es algo muy filosófico que habla de los orígenes.


- Entendiendo que usted es un apasionado por la música, ¿cómo siente la relación entre un músico y su instrumento?

- Siempre mi idea fue buscar un sonido distinto, no sería “perfecto” la palabra indicada, pero tratar de interpretar lo que el músico quiere, eso me gusta mucho.
Yo no me considero músico pero toco la guitarra y noto la diferencia cuando el instrumento es de mercado, de serie, y cuál es de luthier. Tiene algo particular, es el trabajo lo que hace la diferencia y eso es lo que busco: entender al músico, tratar de interpretar lo que quiere y llevarlo a las maderas.
Mi idea es que el músico se identifique con el sonido que sale de su guitarra, porque es importante ese vínculo entre el instrumento y la persona. Es sentirse parte de la música.


- ¿Cómo fue el momento en que vio a su primera guitarra terminada?

- Fue algo impresionante. Ver esa madera y pensar que en algún momento fue árbol (símbolo de vida) y que a lo mejor estuvo a millones de kilómetros de acá, y de golpe notar que es un instrumento es algo muy particular. Además de eso me sirvió para ver mi crecimiento, voy por la quinta guitarra y puedo notar cómo cambia el sonido en cada nueva versión. Esa primera todavía la conservo, pero no la considero un instrumento, no salió del todo bien. Pero eso también la hace especial porque ya llevo cinco guitarras y desde esa hasta la actualidad ver el progreso me da más ganas de seguir. La primera, a pesar de no ser “tan guitarra” representa todo, el inicio de mi aprendizaje, de la lutheria para mí, porque era un mundo que no conocía en ese entonces.


- En este camino decidió dar un paso más el año que viene, cuando se mude a Tucumán para perfeccionarse. ¿Qué expectativas tiene para el regreso?

- Sí, esto es lo que quise siempre: Seguir aprendiendo todo lo que se pueda. Nunca me gustó quedarme con lo que tenía, siempre busqué más en cuanto al aprendizaje. Ir a Tucumán es una nueva experiencia porque yo sé hacer guitarras y ahora voy a aprender a confeccionar otros instrumentos como violines y violonchelos. Espero volver con todo eso aprendido.
Tengo proyectos para el regreso. Quiero enseñar, eso es lo que más me gustaría hacer porque parece que no, pero la luthería es un oficio que no se quiere mostrar o que se oculta de algún modo. A mí me parece una estupidéz, yo quiero que quien tenga ganas de aprender pueda hacerlo sin la obligación de pagar un curso. Mi mayor sueño sería poder enseñar.


- ¿Qué significa la lutheria en su vida?

- Creo que esto, como todo, representa un camino. Siempre tuve claro que hay que escuchar al corazón y lo que uno quiere, hay que buscar y saber encontrar. Yo creo que hice eso, siempre hice lo que quise y lo que no…lo dejé. Hay que seguir lo que a uno le gusta y darle para adelante, es lo primero y principal. La luthería es eso en mi vida: Lo que realmente quiero hacer.

20/09/09

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