miércoles, 27 de agosto de 2014

Sureños in the Skay…Beilinson

Sureños in the Skay…Beilinson
Por Laura Cabrera. El guitarrista se presentó junto a Los Fakires, el viernes pasado y por segunda vez en menos de un mes en el Auditorio Sur, de Temperley. La fiesta ricotera y la fidelidad del público, las constantes de siempre.

Eran las 20 del viernes 18 de julio. La avenida Meeks a la altura de la estación de Temperley no era la misma que fue durante la semana. Algo se estaba moviendo. Y sí, es que el Auditorio Sur ofrecía lo que quizá haya sido uno de los shows más esperados del año: Skay Beilinson, el guitarrista de aquella banda de culto, se presentaría esa noche. La placita de la estación era una fiesta musicalizada por los parlantes desde los que sonaba Skay y los Fakires o temas de la legendaria Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Así arrancaba todo.
 Adentro comenzaban a copar el espacio los primeros, los que pudieron salir antes del trabajo, tomarse un tiempito para compartir una cerveza con las amistades, ahí, sentados en el suelo, en ese mismo en donde dos horas más tarde no iba a caber ni un alfiler, ahí donde el pogo fue la fiesta musicalizada por uno de los guitarristas más destacados de la historia del rock nacional en Argentina. 
 "De la cabeza lo venimo’a ver a Skay…"
Los cantitos no se hicieron esperar. Faltaban minutos para las diez de la noche cuando el público comenzó a entonarlos cada ver más fuerte. “Olé, olé…olé, olé olá…de la cabeza lo venimo’a ver a Skay”. El folcklore del fútbol se mezclaba con el del rock and roll, con el “…esta hinchada está re loca…Somos todos Redonditos, Redonditos de Ricota”.
Diez y unos cuantos minutos. Las luces se apagaron. Al encenderse estaba él, Skay Beilinson, junto a Los Fakires, tocando los primeros acordes de “Luna en Fez”. Desde el sector de sonido una mujer observaba el show. Pasaba desapercibida entre los técnicos, aunque no para algunas miradas que la descubrieron. Era la “Negra Poly”, quien observaba la atmósfera que se había creado. Abajo el público saltaba y cantaba todos los temas, disfrutaba del segundo show en ese templo del rock sureño.
“El gourmet del infierno”, “Cicatrices”, “En el camino” y “Arriba el telón” fueron algunos de los temas que sonaron en la primera tanda de canciones cuyo cierre fue ideal para los más melancólicos. “Un tema para mantener la memoria”, anunciaba el hombre de sombrero desde arriba del escenario. Empezaron a sonar los primeros acordes y la ronda comenzó a armarse para el pogo inigualable de “Jijiji”, que en la guitarra de Beilinson suena soberbio e insuperable.
A Skay se le pide que “se vuelvan a juntar”, se le recuerda de qué banda salió, aquella que fue teatro, baile y música, la misma que tocó en espacios pequeños y en estadios. A Skay se le agradece. Pero también y sobre todas las cosas se le muestra fidelidad. Su público no pide temas del pasado. Su público poguea y canta todos los temas: los propios y los de Los Redondos. Y así fue todo el show.
El calor aumentaba, la segunda ronda de temas comenzaba entre el humo, las luces y los trapos. “Soldaditos de plomo”, “Tal vez mañana”, “Sombra golondrina”, “el redentor secreto” y…ahí fue otra vez el bombazo, el tema justo, ese que hacía mucho no se escuchaba en vivo. Beilinson y su banda reversionaban en Temperley “Criminal mambo”. Ahí estuvo otra vez el hombre del sombrero haciendo hablar a las cuerdas con una versión exquisita de aquella banda cuya historia comienza con la Cofradía de la Flor Solar. 
El show llegaba a su fin y los sureños igual se veían contentos. Es que durante el año la banda se presentó en Buenos Aires tres veces, de las cuales dos fueron en el sur del conurbano. ¿Qué más podían pedir? Tocaba un grande y lo hacía cerca de casa, en ese lugar que a veces los músicos olvidan y del cual el público debe salir si es que quiere escuchar a bandas conocidas.
Y sucedió, la noche llegó a su fin. Sonaron “Oda a la sin nombre” y “Lejos de casa”, los últimos dos del show. Y después del griterío, las gargantas desgarradas se fueron con los temas, con el calor, con la energía de todos los que incansablemente saltaron durante casi dos horas. Pero se fueron entre comentarios: los que ese día hicieron correr la noticia sobre el nuevo show del Indio, los referidos a la esperanza de que se vuelvan a juntar (no hacía falta dar nombres, todos allí sabían de lo que estaban hablando), los que elogiaron el show y los que pedían más, esos que no se resignaban, que se quedaron hasta el último minuto para asegurarse de que todo había finalizado. Y sí...todo terminaba, las calles volvían a coparse de ellos, los “ricoteros” que llevaban la misma expresión: la sonrisa clavada en el rostro.
Publicada el 21 de julio en
http://www.marcha.org.ar/index.php/cultura/musica/5513-surenos-in-the-skay-beilinson

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