miércoles, 27 de agosto de 2014

Supongamos que tuvimos SIDA o cómo ponerse en la piel del otro

Supongamos que tuvimos SIDA o cómo ponerse en la piel del otro
Imagen:Supongamos que tuvimos Sida
Por Laura Cabrera. El dramaturgo Gustavo Moscona dialogó con Marcha sobre su obra Supongamos que tuvimos SIDA, pieza que parte de la historia de su mejor amigo y desde una puesta en escena donde teatro, danza, música, video y poesía conviven en un mismo espacio. 

“Como siempre  en mis obras logramos lo más importante para nosotros, que es que la gente no se vaya indiferente”. Así habló el dramaturgo Gustavo Moscona sobre sus obras, a las que les busca otro giro para que el público vaya a ver pero, sobre todo, a interpretar con todos los sentidos. Es eso mismo lo que busca actualmente con Supongamos que tuvimos SIDA, pieza que dirige y siente desde la cercanía ya que uno de los motivos por los que surgió es la muerte de su mejor amigo a causa de la enfermedad.
Los recuerdos, la memoria, la conciencia colectiva, el mensaje de la prevención a través de un motor artístico y la transmisión de estas palabras a través de las imágenes plasmadas en la obra. Contar historias reales en distintos tiempos y espacios, movilizar los sentimientos del espectador: he aquí el objetivo de la obra que repite funciones hasta el 29 de agosto, todos los viernes a las 23 en el Espacio Cultural Pata de Ganso –Zelaya 3122. CABA-.
Marcha dialogó con Moscona, quien contó detalles sobre esta obra que además de una historia interesante propone vanguardia mediante la fusión de la música, la danza, video y poesía en escena.   
 -Supongamos que tuvimos SIDA desde el nombre parece invitar al espectador a ponerse en el lugar del otro, ¿cuál es la intencionalidad de la obra?
-Sin lugar a dudas se trata de una provocación el nombre de la obra. Es una invitación a la interpelación  permanente a una sociedad como la nuestra con respecto a un tema que todavía para algunos sigue siendo tabú.
 -¿Por qué eligió esta enfermedad en particular para contar una historia?
-La elección del tema tiene dos motivos. Por un lado la muerte de mi mejor amigo, Chicho, como consecuencia de poseer HIV. También conocí a un montón de jóvenes llenos de vida que contrajeron el virus del SIDA en esa época. Por otro lado tenía la necesidad de recuperar del olvido y desde el teatro las voces, olores, sueños, nombres de aquellos que conocí y no conocí y que en algunos casos sólo los recuerdan sus familiares en forma aislada e individual. Me parecía que la obra era una buena excusa para lograrlo. 
-En la actualidad la visión sobre la enfermedad cambió. Hubo un tiempo en que la sociedad estaba llena de prejuicios al punto de ser tema tabú, ¿cómo se trabajan los contextos en relación a la mirada sobre el VIH a lo largo del tiempo?
-Trabajamos dando la discusión con los sentidos comunes que atravesaron la interpretación de la enfermedad en las distintas épocas. Cómo se pasó de pensar al SIDA como una enfermedad para homosexuales, a drogadictos, a un momento de alerta general porque nos podía afectar a todos, hasta la etapa actual en donde se convirtió en un virus inofensivo que no afecta a los sectores medios, sólo a los pobres y a un continente como el africano que se encuentra bien lejos. La forma de abordarlo es el absurdo y el humor cruel.
-Supongamos que tuvimos SIDA habla de los recuerdos, de la enfermedad y la relación con diferentes aspectos de la vida, ¿cómo se muestra esto en escena?
-La obra es un todo complejo que está atravesada por distintos lenguajes como el teatro, la danza, la poesía y la música. Por suerte hay cosas que no se pueden decir desde la palabra y por eso es necesario tener en cuenta otros lenguajes para llevarla a cabo.
-Todo parte de una persona que colecciona e incluso paga grandes sumas de dinero a cambio de recuerdos sobre esta enfermedad, ¿podría pensarse esto como una metáfora de la falta de memoria en un contexto en donde todo pasa de manera rápida?
-La obra es una crítica a pensar como desde lo retro se ha contribuido a que el pasado se haya convertido en  un juguete y por lo tanto, que la utopía no esté en el futuro sino en un pasado al que es necesario volver  y para lograrlo,  es necesario coleccionar recuerdos. 
Publicada el 17 de julio en
http://www.marcha.org.ar/index.php/cultura/teatro/5500-supongamos-que-tuvimos-sida-o-como-ponerse-en-la-piel-del-otro

No hay comentarios:

Publicar un comentario