martes, 12 de junio de 2012

Discos: Guauchos (Guauchos, 2010).-




El quinteto de rock folclórico presenta una docena de temas en la que la fusión rock/pop se entremezcla con el popular universo musical de las zambas y chacareras, generando como resultado un disco diverso y rico por sus matices.

Por Laura Cabrera 

“Viento donde estés,
Te he dejado abandonado,
Ven por mí hoy,
Todo mi dolor te espera.”
(Para el viento, Guauchos)

Buenos Aires, junio 11 (Agencia NAN – 2012).- Si hablamos del guaucho, nos estamos refiriendo a un arbusto de pequeñas y gruesas hojas que pueden arder fácilmente, aún estando verdes. Ahora, si de referencias musicales se trata, Guauchos es un quinteto de rock folclórico nacido en Formosa, lugar del que tomó la música popular para transformarla en sonidos fuertes, sin perder la esencia de ese estilo popular cargado de melancolía.

En esta placa, su ópera prima, la banda norteña compuesta por Federico Baldus (voz, guitarras y secuencias), Juan Manuel Ramírez (batería, bombo leguero y programaciones), Lucas Caballero (guitarras y coros), Juan Miguel Castellani (guitarra eléctrica) y Albano Caballero (bajo) presenta una docena de temas --diez con letras propias-- cuyo orden altera las emociones y sumerge al oyente en un mar de ciclotimia: por momentos melodías lentas y letras tristes y, en otros casos, un rock al mango y el folclore jugando entre tiempos e instrumentos que osan expresarse libremente entre la fuerza de una guitarra eléctrica y la fortaleza de la voz de un cantante que desliza palabras entre la ternura y la furia.

Una de las razones que hace de este disco un “diamante” entre todos aquellos que forman parte de la música folclórica emergente es su versión del clásico “Dejame que me vaya” (de Cuti Carabajal y Roberto Ternán) que, lejos de mantener la estructura, la rompe por completo y la transforma en un pop con bases electrónicas, bombo, platillos y guitarra acústica que llega a su estribillo de una manera más rockera en la que a pesar de este cambio brusco de estilo, suena bien decir “Siempre en el corazón guardo una chacarera, dejame que me vaya y que con ella muera”.

Entre la figura popular del gaucho de costumbres campestres y el guacho como el huérfano (palabras que jugaron a la hora de ponerle un nombre a la banda), los Guauchos tomaron la identidad de su tierra y sin padre ni madre que en lo musical los encasille, fusionaron varios estilos para prenderse fuego como las hojas de ese arbusto que suena impecable a medida que avanzan los tracks.

Partiendo de esa base, la banda rompe con un esquema y libre de prejuicios se anima a probar cambios que dan aire al folclore, generando una nueva identidad que a lo mejor sirva para acercar a los más jóvenes a este estilo que guarda tantos encantos y hace que en cualquier fiesta o peña, uno se levante a bailar aunque sea sin saber.

En su tapa la aridez del norte está representada en colores cálidos: una palmera y algunos yuyos, un ave que se acerca. En su interior algo crece, futuras melodías populares, quizás. Lo que sí se sabe y es seguro es que la fuerza de los Guauchos puede llegar a atraer desde los más ortodoxos folcloristas hasta a los más fieles seguidores del rock and roll.

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